En el casco antiguo en Panamá, tuve la grata impresión de conocer a Melanie, quien me refirió una historia acerca de un conejo llamado Dodó...y mas o menos va así...
Sucedió en el viejo continente…
En algún lugar de Francia…
Una aldea de gente sencilla, de ricos placeres; como la paz, el amor y la tranquilidad de vivir entre amigos.
En una humilde casa, especialista en panes y deliciosos dulces, una madre común con niños y un amante esposo…horneaba pan, rosquillas y más.
Los días apacibles transcurrían en aquel lugar, en aquel mar de tranquilidad.
Un buen día dispone de regalar dulces, de su laborioso horno, a los niños de las casas vecinas. De inmediato la voz corre y se forman largas filas para recibir cada quien su parte…
Dodó, un conejo, habitante conspicuo de la comunidad, decide unirse a la fila de los niños; pues a el también le gustaban los dulces.
También solía jugar con los niños de la casa, por lo que de inmediato tomó la decisión y de manera natural fue uno más.
La fila era larga, pero Dodó paciente y tranquilo esperaba su turno.
Triste pesar le inundó el corazón a Dodó, cuando al llegar su turno no recibió el dulce anhelado. Porqué, se preguntó.
Volvió a unirse a la fila, sin embargo la situación seguía siendo la misma…a él no le daban dulces.
Intrigado observó de lejos la fila de niños que se hacía para recibir los dulces y notó lo evidente.
Claro!...se dijo; solo le dan dulces a los niños!...
Para el día siguiente había un niño mas en la fila. Era Dodó!
Vestido con una camisita de mangas, un hermoso pañuelo enlazado en su cuello y una pluma de ganso en su mano…pues todos los niños recogían toda clase de cosas de los patios, el era un niño!
Y así, recibió sus dulces durante semanas.
Un día de sol radiante la fila no se formó ante la casa, ya no hubo dulces para regalar…
El horno estaba frío, mamá, papá y los niños habían tenido que viajar a América, donde se enteró se construiría un canal…una gran obra, y claro que el pan y los dulces eran necesarios para alimentar a los trabajadores…y ya no hubo mas dulces.
Dodó extrañaba a los niños de la casa, extrañaba los dulces…
Aplicado en su idea de volver a jugar con los niños y comer aquellos ricos dulces, Dodó decide correr la aventura de su vida y cruzar el mar hasta América.
Sin duda una gran travesía.
Luego de no pocos obstáculos, pisó suelo americano.
Guiado por su infalible olfato se ucupó en la tarea de encontrar a los niños, mamá y los dulces.
Su búsqueda dá resultados y encuentra en el ambiente el inconfundible olor de los dulces, ese rico pan…
Era una casa pequeña, con muebles de madera, un ambiente acogedor y ese olor a pan fresco, el sabor dulce…entra y ve en un rincón el abrigo de mamá, la foto de los señores, al fondo, un horno caliente…sus dulces, los panecillos…ya los niños no estaban. Pero de alguna manera sentía haber llegado a casa; ya podía nuevamente ponerse en la fila y comer sus ricos dulces…
Hoy, Melanie y su madre hacen este rico pan y dulces, para Panamá y el mundo.